La voluntad de
vivir
Se
reflexiona sobre la voluntad de vivir, desde una filosofía para la vida
cotidiana; sobre el arte de ser feliz y tener un sentido en la vida
Una persona puede estar arrojada en la vida. Si esto es así, los hechos que le van sucediendo vienen a chocar contra ella. Esta persona no se encuentra colocada en la vida, en una forma armoniosa, unida a otros hechos y personas que le dán una trama vital. Cuando le sucede algo en el día, puede resultarle duro, desgastante, y la desmenbrando como a Tupac Amaru. El hecho vital viene y la golpea, le deja una huella, que no siempre es positiva. Esto es así porque no le encuentra sentido a lo que le pasó. Lo encuentra como una dificultad, y si permanece muchos días en esta actitud, su voluntad de vivir se va debilitando hasta llegar con el tiempo a la anulación y la posibilidad del suicidio.
Decía Frank, creador de la Logoterapia, que la persona se va curando cuando tiene un sentido en su vida, y va ordenando todos los actos hacia él.
La persona que vive con un sentido, va tomando y calibrando todo lo que le va sucediendo como parte de su maduración y como una lucha por alcanzar la meta de su vida, a través del sentido.
Como cualquier ejercicio físico, el ejercicio espiritual del alma, la psiquis, se fortalece con los hechos positivos y con los adversos, porque tiene que enfrentarlos para alcanzar sus metas. Decía Aristóteles que el fin del hombre es la felicidad, y que el ser humano debe alcanzar el arte de ser feliz.
Para ello, agrego yo, hay que desarrollar sanamente la voluntad de vivir, y de vivir con sentido. Yo escribo este artículo porque he decidido vivir con el sentido de ayudar a que otros sean felices. El hacer felices a otros, es parte central de mi felicidad. Por eso me comunico contigo que lees, de persona a persona y te deseo el bien. Que fortalezcas tu voluntad de vivir, la robustezcas de experiencias positivas, necesarias para la fortaleza, y aprendas a tomar las experiencias adversas como crecimiento y experiencia.
Una mujer querida, que era veterinaria, se suicídó hace poco. Tenía una hija pequeña que no alcanzó a ser motivo suficiente de vida. Era una persona extraordinaria en su sensibilidad y amor a los animales. Daba todo por ellos, y la caracterizaba como un ser humano altruista. Estaba separada y buscaba pareja. Quizás no encontró un ser humano digno que la amara. Si ella colocó como meta central esto, lo que tenía alrededor no le alcanzaba y aunque tenía muchísimo por agredecer, existencialmente en los lazos afectivos de pareja, se sentía arrojada en la vida, sola, sin vínculos. Por eso prefirió no sufrir más y decidió dejar de existir.
La energía vital que poseemos es muy fuerte. Depende hacia donde se canaliza, es poderosa fuerza de crecimiento personal o tiene enorme poder destructivo.
Aprende a cultivarte a tí mismo y a desarrollar la personalidad. Hay que atenderse con un sano amor a sí mismo para poder amar a otro, y saber establecer vínculos. Una trama social sana ayuda a la voluntad de vivir. El amor reconstituye esa voluntad y es el alimento que la hace crecer cada día.
Una persona puede estar arrojada en la vida. Si esto es así, los hechos que le van sucediendo vienen a chocar contra ella. Esta persona no se encuentra colocada en la vida, en una forma armoniosa, unida a otros hechos y personas que le dán una trama vital. Cuando le sucede algo en el día, puede resultarle duro, desgastante, y la desmenbrando como a Tupac Amaru. El hecho vital viene y la golpea, le deja una huella, que no siempre es positiva. Esto es así porque no le encuentra sentido a lo que le pasó. Lo encuentra como una dificultad, y si permanece muchos días en esta actitud, su voluntad de vivir se va debilitando hasta llegar con el tiempo a la anulación y la posibilidad del suicidio.
Decía Frank, creador de la Logoterapia, que la persona se va curando cuando tiene un sentido en su vida, y va ordenando todos los actos hacia él.
La persona que vive con un sentido, va tomando y calibrando todo lo que le va sucediendo como parte de su maduración y como una lucha por alcanzar la meta de su vida, a través del sentido.
Como cualquier ejercicio físico, el ejercicio espiritual del alma, la psiquis, se fortalece con los hechos positivos y con los adversos, porque tiene que enfrentarlos para alcanzar sus metas. Decía Aristóteles que el fin del hombre es la felicidad, y que el ser humano debe alcanzar el arte de ser feliz.
Para ello, agrego yo, hay que desarrollar sanamente la voluntad de vivir, y de vivir con sentido. Yo escribo este artículo porque he decidido vivir con el sentido de ayudar a que otros sean felices. El hacer felices a otros, es parte central de mi felicidad. Por eso me comunico contigo que lees, de persona a persona y te deseo el bien. Que fortalezcas tu voluntad de vivir, la robustezcas de experiencias positivas, necesarias para la fortaleza, y aprendas a tomar las experiencias adversas como crecimiento y experiencia.
Una mujer querida, que era veterinaria, se suicídó hace poco. Tenía una hija pequeña que no alcanzó a ser motivo suficiente de vida. Era una persona extraordinaria en su sensibilidad y amor a los animales. Daba todo por ellos, y la caracterizaba como un ser humano altruista. Estaba separada y buscaba pareja. Quizás no encontró un ser humano digno que la amara. Si ella colocó como meta central esto, lo que tenía alrededor no le alcanzaba y aunque tenía muchísimo por agredecer, existencialmente en los lazos afectivos de pareja, se sentía arrojada en la vida, sola, sin vínculos. Por eso prefirió no sufrir más y decidió dejar de existir.
La energía vital que poseemos es muy fuerte. Depende hacia donde se canaliza, es poderosa fuerza de crecimiento personal o tiene enorme poder destructivo.
Aprende a cultivarte a tí mismo y a desarrollar la personalidad. Hay que atenderse con un sano amor a sí mismo para poder amar a otro, y saber establecer vínculos. Una trama social sana ayuda a la voluntad de vivir. El amor reconstituye esa voluntad y es el alimento que la hace crecer cada día.
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